La verdadera clave para disfrutar la sexualidad como una dimensión perfecta en tu vida es liberarte de culpas y disfrutar intensamente de tu cuerpo como la creación divina que es.
Mi primera gran liberación y uno de mis recuerdos más vívidos del colegio fue cuando a la edad de 15 años en clase de religión uno de mis compañeros se atrevió a preguntarle al Padre Chucho si la masturbación era pecado. No olvidaré la cara de mis compañeros cuando el joven sacerdote dijo que la masturbación NO era pecado. Nuestras sonrisas reflejaron muchas cosas al mismo tiempo: sorpresa, felicidad, nerviosismo, asombro, liberación, complicidad y agradecimiento, todo en una sola cara y en un solo segundo. Ese es el día que más rápido salimos del colegio. No sobra decir que el Padre Chucho se metió en problemas en la institución luego de habernos dicho eso, porque por supuesto nosotros nos encargamos de dar las buenas nuevas a todos en el colegio y se armó una gran polémica en torno al tema.
El impacto que tienen en nuestra cultura las diferentes creencias sobre la sexualidad son evidentes: violaciones, sacerdotes pederastras por todo el mundo, más de un millón y medio de adolescentes embarazadas solo en Colombia, separaciones, pornografía, prostitución, infidelidades, gente llena de culpa, miedo, soledad, angustia y ansiedad, son unas de las situaciones y sensaciones que las creencias sobre la sexualidad pueden provocar.
Solo bastaría con mirar la naturaleza para entender que nuestros cuerpos son diseño de Dios, y que la sexualidad hace parte de ellos también.
Mi segunda gran liberación fue cuando entendí que la sexualidad no solo no era pecado, sino que era una necesidad, igual que comer, dormir o tomar agua. Veamos:
Si observamos de cerca los deseos de nuestros cuerpos, podemos reconocer que éstos obedecen a una carencia, que cuando le damos al cuerpo aquello que está necesitando se siente placer y que cuando le hemos dado lo suficiente al final la sensación es de satisfacción. Este ciclo es la manera como nuestro cuerpo nos muestra sus necesidades y también es la pauta para reconocer que le estamos dando lo que las satisface: carencia, deseo, placer y satisfacción. Solo piensa en un momento en el que has tenido sed y en el placer de tomar una bebida refrescante, así como la sensación de satisfacción al final.
La pregunta que sigue es pues, ¿y el deseo sexual a que carencia obedece?, muy sencillo, a una carencia de energía. Son muchas las formas de energía que alimentan al ser humano, como la energía del afecto, la del sol, la del aire, etc. Es evidente la energía que proporciona la sexualidad, cuando después de una relación sexual armónica observas tu estado mental y emocional.
La sexualidad alimenta con energía tu campo mental y el emocional.
De esa manera necesitaríamos tratar el deseo sexual, como cualquiera de los otros deseos del organismo, con naturalidad y brindándole la oportunidad de suplir la carencia.
Todas las creaciones de Dios están allí para ser disfrutadas y admiradas, y nuestro cuerpo no es la excepción. Es un regalo maravilloso con el que vivimos nuestra experiencia en este mundo.
También es evidente que esto no significa ser desleal a nuestros acuerdos, es importante el ser fieles a nuestros compromisos y esto incluye los acuerdos que tengas en lo sexual, sin embargo no puedes esperar lealtad de una pareja a quien mantienes en la carencia, también es importante que mantengamos cubiertas sus necesidades. Supongamos que a ti te da hambre en un paseo, pero tu compañero de viaje te dice que él no tiene hambre y que por lo tanto es necesario que te esperes hasta que los dos tengan hambre, ¿es esto amoroso?, por supuesto que no, pues todos tenemos fisiologías, metabolismos y necesidades diferentes.
Sé que en este tema hay mucha tela para cortar, pero me gustaría que pensaras finalmente lo siguiente: si tu fueras Dios, ¿cómo te gustaría que tus hijos vivieran el aspecto de la sexualidad que hace parte de su naturaleza?
La verdad o la falsedad de los conceptos los puedes medir por el resultado que dejan en tu vida. Lo que funciona deja en ti paz, armonía, salud, disfrute y prosperidad, mientras que lo que no funciona deja estrés, división, enfermedad, aburrimiento y pobreza.
Así que… ¿Qué resultado dejan en tu vida tus creencias de la sexualidad?
Para seguir profundizando en el tema, los invito a unas vacaciones espirituales en donde facilitaré el curso “Aprendiendo a convertirte en la pareja ideal”, allí hablaremos sobre la sexualidad desde el amor, seguiremos liberándonos de creencias limitantes y aprenderemos herramientas útiles para aprender a ser pareja.